Toma de muestra compuesta de suelo para análisis de fertilidad

En terrenos agrícolas, uno de los aspectos necesarios para planificar la fertilización es determinar el nivel de fertilidad de la capa arable del suelo. Esta capa superficial, modificada por la labranza, constituye el entorno más adecuado para el desarrollo de las raíces.

Para realizar un análisis de suelo en laboratorio, se extrae una pequeña muestra de aproximadamente un kilogramo, que proporciona información sobre el estado nutricional de toda la parcela. Si la extensión de la parcela es de una hectárea y la capa arable tiene una profundidad de veinte centímetros, su volumen estimado es de dos mil metros cúbicos. La masa del suelo varía según su grado de compactación; si se asume una densidad aparente de mil quinientos kilogramos por metro cúbico, la cantidad total de suelo con la que se trabaja asciende a tres millones de kilogramos. Por lo tanto, los resultados del análisis serán aplicables a toda la parcela.

Para determinar el potencial de uso de un suelo, es fundamental conocer sus características. Para ello, se requiere obtener una muestra compuesta a partir de varias submuestras tomadas aleatoriamente dentro de un área homogénea. Existen distintos métodos de muestreo, y la elección del más adecuado dependerá de los objetivos del estudio. Por ejemplo, el muestreo para clasificación taxonómica será diferente del que se realiza para evaluar la fertilidad o determinar propiedades físicas e hidráulicas del suelo. Una de las primeras actividades consiste en identificar los tipos de suelo presentes en el área de estudio para establecer las unidades de muestreo. Estas unidades suelen definirse con base en factores como la pendiente del terreno (plano o inclinado), el uso del suelo (pastizales o bosque), el manejo agrícola (fertilizado o no fertilizado) o el tipo de material parental (terrazas fluviales o coluviones). Una vez delimitadas las unidades de muestreo, se recomienda extraer entre 10 y 20 submuestras al azar dentro de cada unidad, siguiendo un patrón en zigzag. Cada submuestra debe tener la misma profundidad y tamaño, tomándose en los puntos donde se produce un cambio de dirección.

En cada punto de muestreo, se eliminan la hojarasca, piedras, raíces, lombrices e insectos en una superficie cuadrada de 40 cm de lado, a una profundidad de 1 a 3 cm. Luego, se introduce un barreno o pala previamente desinfectado para evitar la contaminación de la muestra, extrayendo entre 100 y 200 gramos de suelo, que se depositan en un balde limpio. Es importante higienizar las herramientas antes de cada toma de submuestra. Todas las submuestras recolectadas se mezclan homogéneamente en el recipiente, y de esta mezcla se toma un kilogramo, el cual se almacena en una bolsa ziploc etiquetada y se mantiene refrigerado a una temperatura entre 4 y 10 °C. Se recomienda realizar los análisis en un periodo máximo de dos días, y preferiblemente en menos de 24 horas.

Para garantizar la precisión del análisis, es importante evitar fumar, ingerir alimentos o manipular sustancias que puedan alterar los resultados. Asimismo, no se deben recolectar muestras en zonas cercanas a carreteras, viviendas, establos, depósitos de fertilizantes o productos químicos, ni en áreas afectadas por quemas recientes. Tanto las manos como las herramientas utilizadas deben estar completamente limpias para evitar cualquier tipo de contaminación.